viernes, 4 de mayo de 2012

LA CIUDAD DE LA NOSTALGIA.

Así pone por titulo José Álvarez Portillo a su libro publicado en Abril del 2012 con la editorial Absalon, libro que habla de los comerciantes de Cádiz de hace mas de dos siglos. Todos los personajes ilustres que aparecen en el citado libro han ejercido la actividad económica durante el siglo XVIII hasta comienzos del XX.
Me llena de gran orgullo que entre estos comerciantes navieros banqueros aparezca nuestro Antoine Sicre Jammes como personaje destacado en una época en la que Cádiz era gracias a su estratégica situación la sede principal para los negocios internacionales.
Muy vinculado al gran comercio estaban las casas de negocios o compañías comerciales a las cuales pertenecían estos personajes, entre ellos Antoine en muchas de ellas.
Estas sociedades mercantiles nacieron ante la imposibilidad de alcanzar ciertos fines individualmente, bien en el deseo de ampliar capital sin la necesidad de solicitar prestamos bien por no correr riesgos individuales en la apuesta por un nuevo negocio, por ello se asociaban e invertían en infinidad de actividades comerciales y de lo mas variopintas.
Aquella época, muy diferente desde luego a la actual, llevo a Cádiz a un lugar privilegiado. Entre las callejuelas del casco histórico de nuestra ciudad se vivían los mas importantes tejemanejes internacionales, se estrenaban los mejores espectáculos después de Londres y París y se recibían muchísimos foráneos atraídos por la prosperidad de la ciudad.
Ocurrió que el autor, en su tarea de investigación mientras preparaba su libro contactó conmigo por teléfono, me comentó que iba a escribir el citado libro y me emplazó a reunirnos para recopilar datos y conocernos.
Fue tal y como relata en su libro una soleada mañana de Mayo del 2011 cuando nos citamos en el centro de Cádiz, tras una charla muy enriquecedora y amena compartimos informaciones y quedé a la espera de la publicación. Hoy que tengo el ejemplar publicado en mi mano, me siento muy orgullosa de haber contribuido con mi pequeño granito de arena y me siento infinitamente agradecida por aparecer inmortalizada entre sus líneas. Gracias José Álvarez.

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